Recorro la tarde con los ojos y con todos los sentidos. Repaso los jardines de césped aterciopelado cuya superficie se ha plagado de diminutas margaritas. Los árboles se han encontrado de repente saciados de flores blancas y rosadas y los que no las tienen dibujan sus ramas de pequeñas pinceladas de verde fulgor. En pocos días se transforman los bosques y con su ritmo, cada cual desborda la vida por los rincones.
Tiene un trabajo impresionante, la paleta llena de color. Desprovista de egoísmo se desliza entre los montes y las calles, realizando su labor armoniosa, exquisita, con una perfección desbordada.
Quiero felicitar al pintor y después de situarme frente a un jardín repleto de flores, doy las gracias, grito al aire para que me escuche. La vida es lo maravillosa que queramos que sea, la vida vive a cada instante y nos acaricia en cada paso del camino.
Delicadeza en la fuerza, rotundez en la dulzura, la vida, pintora de sensaciones, artista de senderos. Yo la conozco… Te invito a sentirla. A vivirla tú.