miércoles, 27 de mayo de 2015

Del 24 de mayo







 
 
 
 
 
 
La tierra… 
 

La tierra que es,
la tierra empapada de presente,
la tierra que será esta hoja
en la que se plasmará el pasado de ayer
en el futuro de la tinta marcada. 

En el instante, el ahora no sueña. 

El ya es vida mecida por el viento
y sonrisa viva escarlata que asemeja olas.
El campo se halla saciado de amaneceres rojos
y plena, la tierra regala al centro del mundo
miles de soles, miles de universos. 

Junto a esa madre tierna,
me conformo parte del paisaje.
Me acoge y me acuna.
 

La tierra…
 
 
 
 
 

viernes, 8 de mayo de 2015

Sol negro










El activo cielo contrasta con la adormilada hierba. Todavía se presta a retozar tranquila mientras las gotas de rocío descansan en su superficie. La humedad se presta a un roce esquivo, juego de cariños.

Según van sucediéndose las horas, la mañana se recalienta, se asemeja al chocolate fuera del frigorífico en verano. Calentándose, buscando templarse. Los insectos abandonan sus madrigueras atreviendo a desperezar las alas y a corretear repartiendo sus patitas en el espacio. Las flores son acariciadas por el aire.

El aire, el hábitat de una sombra que se cierne sobre los campos, misterio denso e hiriente con la luz que nutre el momento cuyo ser cambia, se diversifica, alarga su esencia demostrando que nada es inmutable.

Como una sola entidad, el vuelo sincronizado arranca giros y volteretas. Los cambios de dirección son constantes. No importa la velocidad del vecino. Son miles de ojos explosionando compañía con una coreografía exquisita, propia de un desfile aéreo. En el cielo, la delineación se transforma. Las elipses se convierten en círculos y los óvalos terminan desdibujándose en esbozos anodinos, pero perfectos. Miles de alas que no se rozan, vigilantes de la comunidad que se protege en murmullo alborotado.

A miles, poetas alados, creadores de un único sol negro.