jueves, 29 de julio de 2010

Un pedacito de tiempo




Me ha traído el cielo un pedacito de tiempo.
para sentarme en un banco y acariciarme los pies.
Un cubito con agua caliente y mucha sal para más señas,
se dedican a acompañarme y hacerme muy bien.

Me baña el cálido líquido, los dedos, los tobillos y las uñas,
que de largas rascan y mejillones parecen
pero con lo que más peleo es con mis plantas,
que no tienen flores, aunque si defectos que entorpecen.

La toalla me seca y tan blandos han quedado
que con una uña soy capaz de arrancar durezas,
y algún que otro callo.
Viene después la piedra pómez,
cuya rugosidad arrastra pieles, molestias y roles.

Raíces cansadas que con mimo cuido,
envolviendo en crema hidratante
este silencio que acompañarme quiere.
Con los ojos cerrados siento dedo contra dedo las manos,
en cariños amañadas,
como cuando rozo con las yemas la punta de la mies,
caricias que me acarician los pies.



miércoles, 21 de julio de 2010

Autodidacta




Lo que hay que terminar siendo.
En el sentir y en el vivir,
en el reír y en el llorar,
en un amanecer o al acostarse.
Buscar para encontrar
el sentimiento de la vida
envuelto en la risa, envuelto en el llanto,
al alba y cuando viene la oscuridad.

Ese saber hacia donde dirigirse
en cada momento del hoy.
.
.
.

martes, 13 de julio de 2010

Amiga mía



Todos pasamos por momentos difíciles. Momentos en los que parece que la vida te ha puesto una zancadilla y en los que no sabes como solucionar lo que te ronda por la cabeza.

Y no lo sabes, porque no sólo depende de ti.

He sido una persona que he ido de frente con los problemas, diciendo las cosas cuando las tenía que decir, las que tenía que solucionar, entendiendo que no podían estar sin solucionar.

Pero con el tiempo he entendido que mi tiempo no es el tiempo de los demás. Que es mi tiempo. Y que no puedo estar esperando a que sea el tiempo de los demás, sino que tengo que seguir hacia adelante. No lo hago por gusto, sino porque el querer solucionar algo cuando la otra parte no tiene ninguna intención de arreglar nada, o ni siquiera se da cuenta de ello, me ha llevado a recibir desagradables contestaciones. Y hablo de solucionar situaciones difíciles, con las personas que percibo más cercanas, con las que de verdad sé los sentimientos que hay por medio.

Pero aprendí a esperar y a la vez a no esperar. Es como darse cuenta de que en toda relación hay momentos de vida y momentos de muerte. Hay esperanza mientras hay vida. Pero también es posible que nunca la haya.

…………………………………………………………..


Amiga mía:

Sabes que hay relaciones en mi vida que son muy complicadas y sabes también el dolor que me han provocado esas relaciones. Y que no puedo arriesgarme como lo hacía antes. Aquella ingenuidad se quedó atrás. Han venido otras cosas muy buenas al crecer, al vivir, que me hacen sentir que merece la pena seguir hacia adelante.

Me has notado triste de un tiempo a esta parte. Reconozco que he llorado mucho, porque mi relación contigo ha sido tan abierta y tan limpia que me dolía no decirte lo que estaba sintiendo.
Me he acostumbrado a callar, lo llevo haciendo toda la vida, pero en los últimos años soy muy consciente de ello. No me lamento ni me compadezco por ello, así lo he elegido.

Entendía tu enfado. Pero entendía otras muchas cosas, más de las que tú piensas que pudiera entender. Entendía todo lo que te has atrevido a decirme, pero en cierta manera la ausencia de esa relación tan clara que teníamos, me dolía demasiado.

Abrir tu corazón como lo has hecho, mientras se te llenaban los ojos de lágrimas, diciendo las verdades sobre quien eres, por qué te mueves y cómo vives, te hace muy grande a mis ojos. Te hace tan limpia como aquella tarde hace siete años en la que un abrazo nos devolvió toda la alegría y confianza de nuestros años niños.


Aquellos años en los que los peldaños de una escalera eran todo nuestro mundo.



martes, 6 de julio de 2010

La libertad de las amapolas

De cerca


"nos"




“¿Por eso me pusisteis Ababol? ¿Por qué queríais que fuera tan bonita como las amapolas?

En parte… sí. Pero no sólo por la belleza, sino también por la libertad. Una amapola nace y crece donde quiere y no tiene dueño ni ley. Tampoco se puede hacer con ellas un ramo ni colocarlas en un jarrón, porque al poco de cortarlas se marchitan y mueren. Quien quiera disfrutar de la hermosura de un ababol tiene que venir al campo para contemplarlo tal como es… libre.”

Susana Prieto – Lea Vélez



………………………………………………………………………………



Sólo se puede vivir libre por dentro, como si se estuviera dentro de un campo de amapolas y seguir naciendo con cada amanecer y creciendo con cada hora del día. Cada instante, cada momento de libertad, único e irreemplazable.

Mi libertad está aquí, en mi corazón.

.