La persiana oscurece el ambiente. La luz apenas si se filtra entre dos rendijas. La observo reflejada en el espejo mientras unas pequeñas motas de polvo se pasean en su presencia.
Me acuesto sobre el edredón y convierto a la manta en osito de peluche al que abrazar. Acomodo los cojines y cierro los ojos. Me agrada sentir como se acerca el sueño que me aprisiona contra el colchón. Viene despacio entre las hojas de álamos que me acompañan para dormir. Mis huesos descansan sobre la cama.
Cuando los ojos vuelven a buscar la luz, ha pasado una hora y media, y aunque todavía cansada, me levanto para continuar el día.
4 comentarios:
y se estiraaaaa
De lo mejor del verano. He hecho una yo hoy de las de antología... qué ricas que son!!!! Besos.
La siesta es imperdonable en el verano, aunque aquí, manta y edredón estén terminantemente prohibidos con 43 grados a la sombra:):)
Recuerdo que de pequeña odiaba la siesta, como se odia todo lo forzado. Ahora la adoro y no para dormir sino porque a esas horas escribo:)
Besos y siestas
tony: Ojala, Tony. Ojala.
Besos
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isabel: Yo no tengo costumbre, pero si hay necesidad, no queda otra.
Besos
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trini: Como le he dicho a Isa, no soy de siestas. Pero por el cansancio debido al trabajo no me ha quedado otra. Me levanté peor que lo que me había acostado. Pero el ehcho de poder descansar, de tumbarme a media tarde, eso me encantó.
Besos
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