Camina despacio apoyándose en su bastón.
En la mano, hecha un ovillo, lleva una manta abrazada por un cinturón.
Se detiene en una tienda y compra un
pan. Pide al tendero que se lo corte en cachos pequeños. El tendero extrañado
le interroga:
- ¿A dónde se dirige?
Y esa boca, habitada por unos pocos
dientes le indica:
- A donde me lleve el camino. Con
noventa y dos años a pocos sitios puedo ir ya.
Al poco rato, una pareja de mujeres le
observa, encontrando en su pasear un vaivén cansado, quizá huidizo hacia un
incierto destino.
La policía termina acudiendo al lugar. A
pesar de no querer compañía le consiguen convencer de la conveniencia de
acompañarles.
En la oficina le reciben con un café caliente.
Él llora, no cesa de llorar mientras utiliza un pañuelo empapado. Con palabras
entrecortadas por la emoción, asegura que no quiere volver a casa, que le
tratan mal. De repente, habla sobre la guerra civil y la república, sobre un
mundo lejano en el que parece sentirse ahora.
Al avisarla, su hija acude de inmediato.
Ya había salido a buscarlo. Se para junto a la puerta y lo escucha callada, sin
saber él, de su presencia. Y llora, ella también llora. Llora por su ausencia,
porque a veces no la conoce, porque a pesar de continuar vivo se ha marchado a
un continuo exilio de incongruencias cada vez más cotidianas.
Él la recibe agradecido reconociéndola
fruto de su vivir, pero mientras se abrazan dice que no quiere volver a casa. Y
ella, paciente y conocedora de sus últimas escapadas, le pregunta:
- ¿Y a dónde vas a ir?
Salen juntos a la calle, después de
pararse varias veces por el pasillo.
Ella mira hacia atrás agradecida y él camina,
apoyado en su bastón.
7 comentarios:
Ves muchas cosas.... ¿Verdad?
Me ha gustado tu relato agridulce.
Un beso grande Pajarito
Un relato triste pero de una realidad arrolladora. Apesar del del fín inminente de su vida, las fuerzas de querer ir a alguna parte.
Felicidades por esta vivencia de hoy en estado puro.
Besos
Este relato me ha hecho llorar.
Estoy muy sensibilizada con el tema de la ancianidad últimamente.
Besos
Conmovedor, desde la primera línea hasta la última.
Un texto escrito con mucha sensibilidad y corazón.
Un abrazo
Un relato emotivo que me recuerda el drama de la demencia senil , de la relegación de los ancianos en una sociedad ingrata que idolatra la juventud y se olvida de la inexorable senectud.
Erik: Pues si. Es lo que tiene mi trabajo. Se ven muchas cosas que te hacen darte cuenta de lo importante que es sentirse uno mismo...
Besitos
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José Manuel: Y es la realidad la que nos empuja a seguir, la que nos trae y nos lleva, la que nos mima y nos castiga...
Esa realidad que nos envuelve. Para poder vivirla...
Besos
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Trini: Espero que tu caminar en este sendero sea paciente, porque es de entender que es muy duro. Si te he llegado es porque lo estás viviendo cercano y lo siento...
Mucho ánimo, Reina.
Besos
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mj: Me alegro que te haya gustado. Nuestra realidad, la que nos persigue... Llegaremos a una decrepitud, la que sea nos guste o no... Y es mejor tenerlo muy presente...
Besos
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Juan Pardo: En este caso no es así, pero si que observé cierta desesperación por parte de su hija... Y si te planteas que podrías hacer en ese caso...
Es triste...
Besos
En algún momento yo leí este relato. Después lo perdí. Hoy vuelvo a encontrarlo. Es lo más dulce, lo más tierno, lo más puro que he leído. No pude contener las lágrimas. La vejez es todo un tema para mí. bendiciones para tí que has publicado tan bello relato.besos de luz.
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