Al sótano de
casa, desciendo poco porque algunas veces encuentro demasiado orden, demasiado
desorden. Guardo decepciones, angustias y melancolías. Esos momentos que pueden
llevarme a rebuscar donde la vida se me angosta. Cajas y más cajas se amontonan
entre esquinas de tristeza, donde el tiempo resultó un puñal clavado en lo más
profundo de los sentimientos, haciendo que fueran sentidos demasiado intensos.
No obstante,
mantengo la luz encendida para recordarlos. En alguna ocasión, me observo al
pie de la escalera mirando hacia abajo, incluso llegando a sentir extraños esos
arcones que allí dormitan.
En la planta
baja, vive la cocina donde trajino las mil y una situaciones de la diaria rutina.
Entre las ganas de vivir muchas primeras veces, encuentro las direcciones por
las que siento continuar mi vida. En este espacio, dirijo el sendero por donde
quiero y no por donde trata de ubicarme la educación recibida ni el trasiego de
quienes me rodean. También me observo, de mis amores, madre y cuidadora de mis
dolores, donde acaricio y dejo que me acaricien, defendiéndome de los avatares
del camino.
En la primera
planta, me apacigua la noche, la vida plagada de instantes plenos cuyas
esencias pueden atraer cierto cansancio al alma. Porque sean fascinantes o
nauseabundos, la rutina ansía ese lugar para dormitar de todo, ya que es en la
soledad del roce de los sentidos, cuando se vive la sinceridad, percibiendo el
amor y el egoísmo de uno mismo.
En el ático, me
sacia mi rincón secreto donde hallo la inocencia que aún poseo. La verdad junto
a la soledad me recorre entre sus paredes. Soy tan yo en este escondite como lo
soy en el resto de los pisos, pero en éste disfruto sin utilizar careta ni
máscara. Me crecen las amapolas y los búhos y bailo y canto, llenándome de
sensaciones cautivadoras. Utilizo mucho este lugar pues si no lo hiciera,
perdería ilusiones a cada instante. A veces una telaraña cubierta con gotas de
rocío me basta.
Mi edificio de
sentimientos me rodea, me compone como si de una partitura de música se
tratara. Utilizo todos y cada uno de pisos según las situaciones en que me coloca
el vivir de cada día. Porque no podría continuar adelante sin todos los pisos
de mi casa. Forman parte de mi existencia y si faltara alguno de ellos, el
puzle no podría sentirse completo.
Mi casa, mi
rincón…
7 comentarios:
Es un texto precioso y conmovedor. Es así , en el camino de la vida uno va aferrándose a personas y lugares que nos dan fuerzas para seguir.
Esa casita hongo me mata de amor !!besos de luz.
Esa casa que nos contiene y a la que nos aferramos porque forma parte de nuestra esencia.
Precioso
Besos
La esencia de nuestra vida unida por el mundo interior del lugar que habitamos.
Besos
la estructura mas emocional y profunda del corazón, es una metáfora genial
de lo que llevamos dentro de lo que somos, de lo que seremos.
ese interior viaja con nosotros y otros en muchos momentos nos duela o no hay que dejarlos
este otro solo hay que entrenarlo..
poco a poco con paciencia para que responda como un reloj
Un beso..
Eres linda, Pajarito.
No cambies nunca.
Beso
La estructura principal de una persona; su hogar.
Precioso edificio el tuyo.
Un besito
maría del carmen: Al final hay que hacerse una guía para encontrarse a uno mismo y agarrarse a lo que se necesita...
Besitos
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Trini: Y menos más que la vivimos y la tenemos ahí, cuidándola. ¡Qué haríamos sin ella!
Besitos
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José Manuel: Y hay que cuidarlo, intensamente para seguir adelante.
Besos
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Estrella Altair: Y es bueno no olvidarse de todas y cada una de sus partes. No podemos dejar atrás quienes somos, por mucho que nos duela, por mucho que no guste a otros...
Besos
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Erik: Ya te digo que no cambiaré demasiado, poquito más...
Besos, guapo
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Oréadas: Es lo que somos, lo pintemos como sea. Una casa, nuestra casa, nuestro mundo...
Besos
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