Se
tumba sobre la mesa.
No
habla.
Los
demás cacareamos mientras comemos.
Ella
parece ausente, infinita.
La
cara incluso dibuja un rictus de adulto.
Su
madre la observa, enfadada
y
con un toque en el brazo la regaña,
a
enderezarse obligándola.
Por
el paseo, se adelantan sus pasos.
Cuando
comprende que se aleja demasiado,
se
detiene a esperarnos.
Al
acercarnos inicia su traqueteo
separándose
de nuevo.
Calificándola
como déspota y tirana
su
madre se duele.
Su
hija rechaza sus abrazos y sus besos
y
torciendo la cara, la arrastra
a
un camino embarrado de espinos.
No
entiende como sus hijas
pueden
ser tan dispares
y como los cariños que a una le prodiga
no
pueden ser dispensados a la otra.
Como
los árboles, que uno junto al otro
no
regalan sus hojas al otoño a cierto tacto.
Engalanan
sus ramas de hojas y yemas
en
compases de distintos lapsos.
A
ellas,
no
puedes podarlas del mismo modo
ni
abonarlas gemelas cuando tú quieras.
Aunque
te duela.
8 comentarios:
Bella y cierta reflexión poética.Cada hijo es un mundo , un universo diferente al que explorar.Cada uno tiene sus propias necesidades afectivas.Los educamos con el mismo entusiasmo;a veces no exento de sinsabores y desengaños.Un cálido abrazo.
Es tan cierto AUNQUE TE DUELA.
Mírate los dedos de la mano. No hay uno igual al otro. Así son los hijos. A veces cuesta entenderlo.
Besos del alma. :)
Esa diferencia hace que la vida tenga sentido. Te imaginas todos iguales? Yo no.
Besos
Diferentes sencillamente aunque duela, una madre todo lo asume
Un beso
Joer!
Me has dejaoooo!
Beso
Joer!
Me has dejaoooo!
Beso
Me has hecho reflexionar acerca de que cuando somos capaces de aceptar las diferencias, nos acercamos a lo que nos asemeja y todo es mucho más sencillo.
Gracias.
Besitos :)
Hola a todos: Entre el final de curso, demasiado trabajo... Ni tiempo para escribir... Acabo de empezar mis vacaciones, así que a ver si me pongo al día...
Besitos para todos.
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