
Duerme la noche en quietud,
mi yo se apoya entre sábanas
elevando al blanco techo la mirada.
Soledad en medio de multitud,
donde suenan sonoros instantes
que llevan a todo, que llevan a nada.
Estoy cansada, la lucha continúa
y se que frenarme a protestar, no puedo,
porque en el interno eterno, la rabia,
hacerse dueña puede del momento.
Entonces busco un preciso inciso,
hoy un árbol, mañana un pequeño insecto
cuyas finas patitas me recuerdan
que me hallo en el camino que deseo.
Esfuerzo tenso, el del día a día
al que obligo continuamente a mi cuerpo,
que cuando llega el viernes descansa
durante dos días, en mi amado lecho.
Y llegará el lunes y partiré de nuevo
a la fatigada carrera que alza paredes,
mas una flor amarilla o un pájaro en vuelo,
me recordarán cual es el sendero que quiero.