martes, 30 de junio de 2009

No duele tu muerte





No duele tanto tu muerte,
como me dolió tu vida.
Me alegra que por fin descanses
de no poder amarte.

Esclavo de tus padres
que no supieron dejarte ser niño,
terminaste siendo esclavo de tu color,
renegando hasta de ti mismo.
Con los años cambió tu aspecto físico
al que pintaste de clarito,
afinaste los labios y la nariz,
rasgaste tus redondos ojos
y te peinaste el cabello liso.

Recuerdo mi armario, hace veinticinco años
de recortes y fotos empapelado,
y a ti paseando sobre baldosas iluminadas
o de decenas de de zombies acompañado.
Pero tu música no la recuerdo
porque vive constante en cada momento.
Sólo yo sé como se me mueve el cuerpo
al escuchar el sonido de tu aliento.

Rey del pop te han llamado
y en los últimos tiempos, sacro elemento.
Hoy se agotan tus discos, a mí no me hace falta buscarlos,
porque todos los ritmos juntos, en mi corazón siento.



martes, 23 de junio de 2009

Rocamadour

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"nos"



Fascinante mirada al vacío. Cientos de metros bajo los pies que descansan sobre la balconada que domina el pueblo, junto al que continúa su curso el río. Tejados, decenas, con vertientes pendientes, abuhardillados, rojos, negros, grises, dibujan esquinas y pequeños aleros esconden figuras de brujas.

El ajardinado palacio del obispado bordea con verdes setos hermosas flores de lis y preside desde lo alto el hemiciclo del pópulo. Trato de imaginar siglos atrás el viaje de los cardenales y demás eclesiásticos al lugar, cónclave de sínodos. A lomos de caballo o en carros durante días de viaje.
La bajada hasta el santuario esconde pequeñas sorpresas que suponen una delicia envuelta en naturaleza y esplendor. Diminutas capillas se intercalan en el descenso casi semiocultas entre la espesa vegetación. En zigzag rampas cubiertas de una capa de suave musgo recorren un vía crucis recreado entre sombras y luz. Grandiosos árboles sobre cuyos troncos amanecen extraños helechos son el muro que se interpone entre las rampas y los rayos del sol.

Entre las ramas, descubro infinidad de cuadros, distintos, perfectos para un pintor resuelto a encontrar en ellos emociones y momentos para deslumbrar al que después mirase el repleto lienzo. Nuevamente los tejados que se acercan arrancan pinceladas de profundidad mientras el hermoso santuario se sitúa escapando de la piedra.

En el acantilado, como escupiéndolo de sus entrañas, la iglesia de Nuestra Señora de Notredame contrasta con el verdor del amusgado tejado naciente de la adecuación a lo que la naturaleza le ofrece. Así, la planta del edificio, extraña, utiliza escaleras para llegar de unas estancias a otras y angostos túneles se encargan de atravesar su estructura presentando un atrevido laberinto de descomunales muros y anodinas vidrieras.

Para visitar algunas estancias, el acceso se realiza desde el exterior de la iglesia cuyo interior es si cabe más peculiar que el exterior. La parte posterior arranca de la pared curvada de estratos y lajas y en una esquina a la izquierda según se entra se halla la capilla de la virgen.

Todo el conjunto arquitectónico del pueblo, palacio y santuario me resultó espectacular mirando desde el lecho del río o desde la balconada pero visitar aquella pequeña imagen me hizo sentir intensamente. Oscuridad, deliciosa negritud asediada por relámpagos azules y blancos de mechadas ceras encendidas y una madre morena con su hijo en brazos. Tranquilidad emocionante y en cierto modo muy visceral que me encandiló y que atrapó, confundiendo y sosegando a la vez, reuniendo en un instante infinidad de sensaciones, de sentimientos que me hizo desear compartir este recuerdo con las personas que quiero. Y por ellas, por todas ellas, alumbré con mis manos una pequeña vela. Una pequeña vela azul.

martes, 16 de junio de 2009

Tablero de ajedrez




El tablero de ajedrez se despereza.
y amanecido mueve sus fichas.
Los peones avanzan a pasos, los caballos se encabritan
y en diagonal los alfiles, envuelven la vida.

En recto, el rey y la torre encuentran
un camino plagado de rabias,
donde la reina es testigo de lucha,
en singular combate sus armas sacan.

¡No luchéis por mí! ¡Dejadlo ya! ¡Basta!
Porque veros de frente, me siega el alma.
El rey es el rey y tú, torre… ¿Qué quieres de mí,
si ya me tienes rendida y dada?

Pelea, y utiliza tu fuerza y tus encantos
para atacar a todos los que me hacen daño,
y que tus almenas no sigan tirando flechas
al monarca que me acuna y al que yo amo.

Aunque me seguiré preguntando qué es…
lo que te duele tanto…




jueves, 11 de junio de 2009

Todo junto en un banco



Mientras el peque está en la merendola, me siento en un banco con un libro. Me golpea el sol en el pecho y levanto las páginas para crear sombra. Me deslumbra la luz. Leo. Se me acerca un niño montado en una bicicleta. Hola. Hola. Su montura le hace un quiebro y casi cae a mis pies. ¡Uy, que me caigo! Se incorpora y sigue pedaleando. Continúo leyendo. A los dos minutos, vuelve a mi lado. ¿Sabes como he saltado? Me he colgado de la rama del árbol y ya está. No se de que me habla. Miro detrás del banco y veo su bici junto a un armario de esos que montan en la calle llenos de conexiones eléctricas. ¿Has saltado desde ahí arriba? Siiiiii. Ten cuidado, mira que te haces daño. Vuelve a marcharse. Aparece en escena una mujer de cabello cano. ¿Puedo sentarme? Como estoy en el centro del banco me aparto hacia una esquina. Es que tengo que esperar a mi hija. Levanto la mirada. Hay más sitios libres en la plaza, pero ha elegido en el que estoy leyendo. No pasan ni cinco minutos y se levanta para marcharse junto a una mujer más joven, pero yo observo a la anciana. Adiós. Adiós. Traje sastre de color amarillo pálido, zapatos de tacón no muy alto, abiertos por detrás, bolso en el brazo. ¡Qué elegante! ¡Qué guapa! Siempre he admirado a las personas que saben guardar ese sentirse, como diría… Aquí estoy, si, aquí estoy… a pesar de la edad y de los achaques. Retorno a mi lectura, pasan los minutos. Estarán a punto de terminar. Me levanto…



domingo, 7 de junio de 2009

Gotas de agua




Es fácil para la gota de agua. Para ella todo es sencillo.
Ante una superficie lisa se mantiene formada en espejo, quiera excepto si la roza el viento. En la arena cala, empapando cada grano igual que en la tierra bañada. La tragan las raíces, expandiendo sus volúmenes más allá de sus principios. En multitud, arrancadas de las nubes, se reúnen en charcos que reflejan el cielo. En el río, recovecos de hierbas son rozadas por la corriente que baja. El mar atrae olas que van a morir en la playa o en las rocas donde se deshacen en millones escurriéndose nuevamente en gotas de agua.
A veces, qué fácil parece todo y a veces, qué difícil pero siempre es agua.


miércoles, 3 de junio de 2009

Preciosas

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"nos"


Entre coloradas,
peinan las puntas de las espigas la tela de mi ropa.
He cambiado de zapatos para pasear sobre la hierba
y dejo al cabello libre alborotado.
Sujeto cuatro pétalos,
los detengo.

¡Deja de jugar viento, con lo que ahora quiero!
La imagen queda reflejada en la pupila.
Os detengo para mi deleite, mimosa de una caricia.
¡Preciosas!

Gritos en mi delirio que me desborda.
Princesas de vuestra propia vida.

Polvo del camino que me traes
realidades soñadas que ahora vivo.