
Él no se
separa de su lado. Día y noche, sólo se permite pequeños intervalos mientras
come, siempre que haya alguien de guardia. Su hermana le insiste que tiene que
ir a casa para descansar, pero él se niega ese derecho. Yo le digo que lo deje
tranquilo porque está donde quiere estar. Al escucharme, comienza a llorar
sabiéndose entendido.
Al rato,
de nuevo en la habitación, la acaricia. La siente débil en medio de la
impotencia, en medio del afán por continuar a su lado. Suavemente rozo su brazo.
Él la toma de la mano mientras se sienta en la silla situada junto a la cama.
Apoya el codo sobre una de las barras laterales y la mira con tristeza. Ella
descansa ajena a la angustia que nos rodea por lo que estamos viviendo.
El
cansancio le vence y se abandona al sueño. Baja la cabeza y como consecuencia
de las horas de vigilia, se duerme. El goteo de la glucosa, testigo mudo. La
respiración entre sábanas, agónica. Tras la ventana, una conífera y el cielo
azul. El jardín está vestido de margaritas. Les observo. Sus caras enfrentadas,
sus ojos cerrados. Un sueño agotado y otro inducido.
Quiero
plasmar la imagen, quiero explicar todo lo que se me pasa por la cabeza.
Hay tal
plenitud, tal belleza envuelta en este sufrimiento latente que llega a
asombrarme. Lo hermoso que esta pequeña siesta ha venido a concentrar en un
instante. Pareciera que él quisiera unírsele en ese baile hacia el tránsito,
hacia esa red que comienza a separarlos.
Apenas
son cinco minutos como repentina espectadora los que me poseen, hasta que él
despierta. Una sorpresa eterna al comprender la belleza cautiva en el día de
las lágrimas.
Hoy el
destino, me invoca a sujetar el bolígrafo, a plasmar en el papel, las cruces y
derroteros de la vida porque en medio de este todo, la tristeza me enseña que
puede ser tan delicada como un cristal estudiante de las más hermosas ternuras
de la existencia.
Tan
frágil, divina y sutil que es capaz de hallar el sendero para demostrar que
pese al dolor, hay que sujetarse al tiempo de los instantes para apreciar la
esperanza de la vida.