sábado, 10 de diciembre de 2011

Preparando café



Me gusta pararme a sentir lo que estoy haciendo. En realidad no me paro porque la acción continúa. Se trata de paladear cada instante, cada segundo que pasa por la vida. A veces, los ojos se me escapan tras una perspectiva o el oído se queda prendido de las ramas de un árbol donde decenas de pájaros saltan de rama en rama piando descontrolados. Sus trinos sacian el momento.

Últimamente me pasa cuando preparo café. Tengo la mala costumbre de dejar los posos en la cafetera, así que cuando los retiro, limpio el filtro debajo del grifo con un poco de jabón y después lo seco. Le añado café molido para expreso y mientras el agua se calienta me dirijo al salón a buscar las tazas. Si algo he aprendido es a disfrutar de todo lo que tengo. Así que uso las tazas que guardo para las visitas. El día que se rompan compraré otras. De hecho, a alguna ya le falta un platito.
El agua enciende el testigo de la cafetera. Un líquido marrón oscuro comienza a caer en el interior de la taza azul y blanca. Cuando se llena lo suficiente, presiono el botón que antes había accionado y espero a que vuelva a encenderse el testigo mientras retiro la taza humeante y coloco otra. A no ser que tenga visitas nos repartimos el café, así que de un filtro salen tres. Lleno otra taza y vuelvo a repetir la operación, pero esta vez es una taza de cristal más grande y con un posavasos de corcho. El café obtenido es transparente, agua manchada a la que le añado leche y caliento con el vaporizador. A mi hijo le gusta que le saque espuma.
En la mesa presento las dos tazas de café sólo y la de café con leche, tres cucharitas y un azucarero de plástico cuya tapa parece tener fresas dentro. Anduve una temporada larga hasta que di con uno de esos azucareros. Después nos sentamos a la mesa ya limpia de platos, cubiertos y restos de comida.
Disfruto sintiendo todo el proceso, el mecanismo que hace que un paso le siga a otro. Es como un juego metódico, sin pausa para pararse pero dejando a la mente agarrarse en cada acto.  El aroma del café, su sabor y nuestros ojos encontrándose mientras charlamos lo llenan todo.



9 comentarios:

Trini Reina dijo...

Confieso que siempre tengo tanta prisa por tomarme un café que en lo que menos me fijo es el el proceso:)
mi cafetera es de las de siempre y de una taza (para que salga antes). Eso sí, una vez taza en mano, disfruto del momento de paz que siempre supone tomarse un café.
Hace años que le compré a mi hija un azucarero como el que describes.

Besos y feliz café

Ojo de fuego dijo...

Trini: Pues yo si tengo prisa no me lo tomo. Busco relajarme en cada taza de café que tomo. Por eso, si no consigo que sea con calma, prefiero dejarlo para otro momento.

Besos, guapa.

Isabel dijo...

No me gusta el café, ni el olor!!! Soy lo más antisocial, en ese sentido, que se pueda ser. Pero comprendo, porque he vivido rodeada de muy cafeteros, lo importante del mismo ritual y que os fascine de ese modo. Disfruta mucho!! Muaaa

Ojo de fuego dijo...

Isabel: No se trata del hecho de tomar café. Se trata de conectar con lo que estás haciendo, ya sea tomar café, planchar o hacer la cama. Es pararte a sentir tus actos, tu presente, tu momento actual. Simpatizar con el ahora profundamente...

Besos

Unknown dijo...

Ummm a mi me gusta hacer eso pero con mis poleitos..y mis tilas y mis hierbas...y antes cortarlas.. secarlas, cuidarlas, mimarlas y meterlas en botes.. para despues.. tenerlas todo el año..
ummmmmm

besos

Anónimo dijo...

Cómo una mirada diferente puede dotar a lo que podría ser rutinario, de un aire especial y único para respirar felicidad a cada momento...
¡Cariños!

Juan Pardo dijo...

Grata sorpresa el conocer tu blog.En lo cotidiano se diluye la esencia del existir.Reflexivo texto.Gracias por tus palabras.T sigo.T invito a seguirme.Saludos poéticos.

Ojo de fuego dijo...

estrella: De vez en cuando, planto hierbabuena, perejil, albahaca...
Me encanta poder coger el perejil, cortarlo y fresquito para cocinar. La albahaca que uso también de mi cosecha... Es una delicia. Y este año por primera vez he comido tomates de mi balcón... Ummm. ¡Qué rico!

Besos
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lauri: Muchas gracias por tu visita. Y si aprendes hacer eso con cada momento del día, no sabes lo feliz que te puedes llegar a sentir.

Besos
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juan pardo: Creo que es lo que me ayuda a sentirme yo misma. Sobre todo eso. A veces buscamos donde no hay que buscar y ya lo tenemos todo ahí mismo, cercano...

Besos

Psiconauta dijo...

Excelente nelato! me encanta observar todo el proceso de hacerlo uno mismo paso a paso y luego disfrutar como en cámara lenta el aroma y la textura en la boca y sentir como el cuerpo reacciona ante la ingesta de tan gustosa infusión. Sugiero si todos alguna vez, pudiéramos llevar a cabo lo mismo con la preparación de una comida sabroso. Habría que resaltar el momento del proceso en sí, como dices y luego extender el placer con la degustación.
Gracias por compartirlo! :)