
Iban estaba enfermo. Llevaba dos días con fiebre muy alta y al final el médico, después de mucha insistencia por parte de María, accedió a hacerle unas radiografías. Ya sabemos que les aprietan, para que economicen en gastos, pero a veces aburren.
Tuvo que acudir a otro ambulatorio ya que en el que frecuentaban no tenían medios para realizarle las pruebas. Con las placas en una mano y el chiquillo en la otra, se sentó en el coche… Tenían que ir al pediatra…
Intentó dar marcha atrás, pero no pudo. Tras su coche, estacionado en batería estaba otro, en doble fila, impidiéndole la salida. El conductor del mismo, en su interior parecía no haberse percatado de que debía mover el vehículo. Tocó la bocina, obteniendo como respuesta, lo increíble.
El ocupante del otro vehículo, comenzó a gritar dentro del coche. María, que se encontraba en el suyo con las puertas cerradas, escuchaba las maldiciones que profería. Volvió a tocar la bocina, y aquel hombre cuyo comportamiento era inexplicable, salió fuera del coche, se dirigió al coche de María y tras sujetar con la mano derecha, la manilla de la puerta delantera derecha, la arrancó de cuajo.
María, ofendida y enfadada, salió de su coche. Al recriminarle su actitud, recibió un fuerte empujón que provocó su caída. Allí en el suelo, aquel personaje le propinó varias patadas mientras la insultaba.
Del ambulatorio acudieron varias personas en ayuda de María, sujetando unos al agresor y otros, atendiéndola. Asimismo, se avisó a la policía.
Ella dejó todo en manos de los agentes. Lo que más le interesaba en aquellos momentos, era averiguar que era lo que le sucedía a Iban, los motivos de esa fiebre tan alta. Mientras se dirigía al servicio de pediatría, notó que su pie izquierdo, se estaba hinchando por momentos, debido a alguna de las patadas recibidas. Avisó a su marido, Carlos, que dejó su trabajo para ir corriendo a atenderla. En el ambulatorio, después de saber que Iban tenía neumonía, y mientras esperaban que atendieran a María en el servicio de urgencias, el agresor hizo acto de presencia.
María, sobresaltada, indicó a Carlos, que el hombre que se acercaba hacia ella, era el que la había golpeado. Saltó como un resorte. Habían dañado su casa, su vida, su territorio y sin pensarlo, lo agarró por el pecho y le golpeó dos veces. María consiguió que entrara en razón y hacer que lo soltara.
Hace poco tuvieron el juicio. El fiscal, debido a que había sendas denuncias por agresión, exigía pago de multa por ambas partes. El juez, en cambio, fue más lógico. A pesar, de que el agresor indicará que tenía intención de pedir disculpas cuando fue golpeado por Carlos, se entendía que la agresión sufrida por María, no tenía razón a ser y por ello fue obligado a pagar una interesante multa.
Carlos fue absuelto, ya que se confirmó que actuó para proteger a su familia.