jueves, 5 de marzo de 2009

Triquiñuelas



Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito.

Seguro que es el vecino del quinto, afirmaba mi padre y mi madre le sugería que pudiera ser la del segundo que, envidiosa por el coche que nos habíamos comprado, se paseaba como quien no quiere la cosa y arremetía contra su reflejo.

No me prestaban atención. Nada. Como si estuviera difunto. Me acerqué al coche y moví el espejito de nuevo, rabioso, pero en ese momento mi padre cerró la puerta y me atrapó los dedos. Mi madre se puso histérica, pero logré que me abrazara un buen rato, mientras el dolor me machacaba la mano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya estoy aquí, guapaa!!! Cosas de niños, para llamar la atención. Esa vanidad infantil de querer ser el centro del Universo... besos.

Ojo de fuego dijo...

isabel: Cómo va todo? Espero que muy bien. Bueno a todos nos gustaría ser el centro de algo, jajaja. Ese ego ....
Besitos