domingo, 31 de enero de 2010

Invierno de verdes rosas




Dicen que el invierno es triste…
Que sabe a frío y le faltan flores.
Que los días son cortos y parece
que la oscuridad se adueña de todo.
Pues me parece que no hace frío
mientras tengas el corazón ardiente.
Que los días siguen teniendo veinticuatro horas
y que no hay oscuridad, mientras lleves la luz dentro.

Siempre habrá las que florezcan
hoja sobre hoja en capullo formada.
Llenan los campos a falta de tomates y pimientos.
Si no se disfrutan, es que sólo se quieren
esas que huelen bien.
Repollos, coles grandes y de Bruselas.

Llenan de verdes rosas nuestro invierno.






domingo, 24 de enero de 2010

Consciencia

Vacío
.
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"nos"
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Sobresaliente, la consciencia adivina
donde se hallaba dormida.
Descansaba tras ilusiones rescatadas de fábulas,
en bienes brillantes como gotas de agua.
Era la inconsciencia, el día a día del camino
junto al río caudaloso del destino.
No sé bien cuando se tornó consciencia,
ni cuando han llegado otras sensaciones.
Sólo sé que brotan del primer manantial.
Desde arriba, del que vive dentro.
Vienen en notable armonía, a traerme
refugios en los que no pensar,
encuentros con el simple vacío.

Ahora el afuera me importa,
lo que hace falta, lo suficiente.
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domingo, 17 de enero de 2010

Va de cuentos




A mí me pasan y aquí los cuento,
los sinsabores y los desplantes.
Igual suceden y decido callarme.
No es que lo sepáis, es que no los cuento.

Igual gusta leer lo que a veces cuento,
batiburrillo de lágrimas o de caramelo, besos.
Pero hay que pensar que pudiera ser,
que los versos sean, nada más que un cuento.

¿Es un cuento lo que cuento?
¿Es un cuento lo que cuentan otros?
¿Es fábula o quizá verdad?
Pasan cosas, retornan momentos
pero algunos no los cuento porque me parece….
¡Que suenan a cuento!




lunes, 11 de enero de 2010

Tranquila




Los dedos pisan el teclado
y mientras lo hacen siento la necesidad
de dejar de lado el poema que venía.
Los dedos acarician las teclas,
y tras las la luz que entra por la ventana,
está la calle envuelta en el frío
dueño de la nieve que aún sobrevive.
Sentada, click, click, la pantalla delante.
Un trozo de lava y un bote de colores
lleno de bolígrafos y lápices.
He estado recogiendo ropa planchada,
las camas hechas, la basura fuera,
Tranquila, tranquila, tranquila...
Me siento tranquila.
Si repito muchas veces la palabra suena extraña.
Tranquila, tranquila, tranquila, tranquila…
.
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jueves, 7 de enero de 2010

Dentro de la espiral

Roma 2009-30
.
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"nos"
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Ahí dentro tras la piedra,
estaba la luz que no veía
porque no me sujetaba a la cuerda
para subir la espiral de la vida.
Ahí detrás, las grietas soportaban
la carga de la inconsciencia de un quizás,
que algún cercano día traería
murmullos de gozo, suspiros de alegría.

Me elevé por encima y miré hacia abajo,
comprobando lo que no quería ver.
No quería ver, decía
lo que me trajo tristeza y agonías.

Se queda atrás lo que fue y nunca será,
entre toneladas de piedra, al inicio de la espiral,
porque ahora miro hacia arriba y siento
trinos de aire y de viento en libertad.
.
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domingo, 3 de enero de 2010

Roma



baldaquino

Baldaquino de San Pedro



Roma Vaticano




Desde el suelo




Coliseo





Coliseo



Mi profesora de arte era genial. Había recorrido medio mundo y gracias a ello y a su afición a las diapositivas, su clase era mi favorita. No faltaba momento en que me sorprendiera con alguna imagen que llevaba a mi mente a soñar despierta. Por el mundo hay lugares, algunos recónditos, otros más cercanos que me provocan una terrible fascinación.

¿Qué trae esa sensación? No lo sé muy bien. Hay rincones en los que creo que encuentro algo de dentro, fuera. Entonces es como que me rodean escalofríos de sentirme arropada. Algún día visitaré Egipto o Petra o montones de sitios.

Siento verdadera pasión por la pintura, la escultura y como no, por la arquitectura. Por algo terminé dibujando, lo justo, que las notas no daban para más.

Sólo por unos días he recorrido las calles de una ciudad que me ha sorprendido, halagado, entusiasmado… Desde la antigüedad, hasta nuestros días, un ritmo de movimiento entre calles que me lleva a situarla por encima de las ciudades que he visitado hasta ahora.

He cenado a la luz de las velas en el Trastévere, paseado en un mercado de Navidad en la plaza Navona, bajado las escaleras de la plaza de España, rodeado por dentro y por fuera el Coliseo. He echado una moneda en la Fontana de Trevi, recorrido los pequeños callejones del interior del castillo de Sant´Angelo, he probado varias veces el tiramisú. La plaza del Pópulo, el Panteón y dar unas cuantas vueltas hasta encontrar la iglesia que retiene en su interior el Moisés de Miguel Ángel han sido parte del itinerario.

Y también, como no, visitar el Vaticano. La basílica con su cúpula y los museos vaticanos. Y lo que más, recuerdo de esos años de estudiante, la magnífica estructura del baldaquino de San Pedro, altar papal construido en bronce, apoyado en unas soberbias columnas salomónicas.
Lo más decepcionante de esta visita a la maravillosa Roma ha sido comprobar, lo poco que cuidó la propia ciudad su espléndido legado, su legado romano.

Una estatua puede moverse de sitio pero destruir todo un imperio en afán de construir otro resulta triste. El baldaquino de San Pedro, se realizó con bronce que dormía en el Panteón y el foro romano se desmontó para construir otros edificios modernos. Lo que queda, se cuida ahora, pero durante siglos fue la cantera de los picapedreros.