La encontré paseando al perro,
acompañante de sus visitas a niños enfermos.
Tenía ganas de verte, me cuenta.
Estoy atravesando una época distinta,
una crisis minimalista.
No necesito muchas de las cosas
que tengo para poder vivir.
Y en vez de tirarlas, prefiero reciclar.
Hay algo que quiero regalarte
que siento propio para ti.
No sé qué decirle.
Me gusta tanto su modo de sentir la vida
que me noto halagada.
Pasadas un par de semanas,
se acerca cargada con un paquete.
Un casual comentario de hace años,
una de las veces que visité su casa.
Protagonista cada tres o cuatro días,
leo cinco o seis páginas de ese regalo.
Un apasionante libro sobre modernismo
que se apoya en la mesa del salón.