domingo, 26 de febrero de 2012

Olvidos






Llevo la memoria escrita en cada poro de la piel,
tan nítida y arrebatadoramente clara que vive en su superficie.
Tranquila discurre ya que el olvido se transforma a veces
en vagancia de vida responsable de conciencias y cuentas. 
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Vivo lo mismo con aire nuevo,
como la flor que en primavera amanece,
alba nuestra de cada día, ese sol que ya nacido crece.
Un deseo que sacie nadas sueña, dueño del transitado camino
donde el vacío es el inicio del mundo, espantapájaros de color. 
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Quizá encuentre el olvido sitio cuando la memoria vetusta y caduca,
conduzca a los recuerdos marchitos al pozo de los deseos muertos.
Esperando que con esa dejadez a la que se somete a la memoria,
no se abandone el camino interior a la materia inconsistente,
cuyo ente desemboca en pedazos deshechos. 
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Quiera avanzar donde se críen las frutas
cuyo futuro crecerá de las pepitas que siguen agarradas a la tierra.
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viernes, 17 de febrero de 2012

Ese espacio





Mientras al coche le cambian una pieza, me refugio en una pequeña sala de espera. Una mesita y cuatro sillas me acompañan junto a una máquina de café.
Desde hace años, tengo la sensación de que la vida es muy valiosa y por ello siempre siguen de mi mano libros, hojas en blanco y crucigramas. Esos tiempos aparentemente inservibles que surgen con la cotidianeidad, los uso útiles, afables y sabios de momentos llenos de gracia, instando a mi mente a saciarse, a sentirse plena.
Pero hoy no leo. Desde la silla en que me siento, a través de un gran ventanal, contemplo la nieve. Cae blanca y pausadamente, delicada como una gota de rocío a punto de deslizarse del pétalo de una flor a la tierra.
Me introduzco en la nevada. Cerca, casi puedo contar el número de copos que se depositan en el suelo. En la lejanía, se dibujan extrañas superficies en el aire, semejantes a adornos colocados sobre las fachadas, sobre los árboles. La nieve se viste de manta de luces que se apagan y se iluminan, dándose paso los copos a un protagonismo entre ellos, unos con otros embargados por la emoción de su unión.
A veces la vida te sitúa en lugares anodinos donde la superficialidad se hace jefe de las conversaciones que son la base de muchas relaciones diarias. Por dentro me observo estallando, observando una sombra en una esquina o la perspectiva entre las baldosas del suelo o como ahora apreciando lo que me ofrecen las heladas flores que vuelan, pincelando todo de albura.
Callo emociones y sentimientos, sintiendo aquí poder expresar esas interioridades con gran deleite. Por eso, quiero daros las gracias a todos los que me leéis. Porque aquí, expreso una parte de mí que no muestro a mi rutina, pero que forma parte de ella.
Ese pequeño gran mundo especialmente querido por cada uno de los que escribimos, por cada uno de los que leemos, por cada uno de los buscamos ese rincón únicamente nuestro.
Gracias por vuestra compañía en este mi minúsculo gran espacio.



lunes, 13 de febrero de 2012

Entre aguas







Orilla distractora en la frescura
soy pez que en tu río nada.
Color y complemento a tu transparencia,
generosa en regalarse mojada.

Entre tus cálidas aguas, navegante,
soy hoja por el ocre otoño cedida.
Piedra encargada de buscar tiernos roces
y de trayectoria y reflexiones, amiga.

Vivo en la sombra de los árboles,
dueños de tus húmedas riberas
y soy árbol que de la mano te acompaña
mientras raudas corrientes, en pendientes anhelas.

En iluminados remansos
en pájaro bebedor trino,
las caricias que ofreces a la hierba
cuando en susurro, prodigas cariños.

Eres ocre hoja y blanca orilla,
mi color y complemento.
Pez buceador de mis humedales
y piedra arrebatadora de momentos.

Eres sombra veraniega y halagüeña,
dibujante exquisita de sentidos.
Mi álamo blanco de copa alargada
cuyo verde tiempo, el estío atrapa.

Petirrojo de rojizo pecho
y saltarín prometedor de miradas,
rimas verso en ambos caminos
de fuentes ocultas y gotas cruzadas.

Aguas unidas son tu río y el mío,
entre cruces de dedos nos guía el destino.
Mojado encuentro, el lecho de algas…
Aguas unidas, tu río y el mío.



martes, 7 de febrero de 2012

Paisajes






Me quedé huérfana
y ni vestirme sabía.
Se me descuajaron las entrañas.
En un extraño recodo de la vida.
Me sentí sola y asustada
dando cuerpo a lo que no lo tenía,
el protagonismo a montones de nadas
cuyas presencias caminaban torcidas. 
Dibujé paisajes de anheladas montañas
para trasladar dos o tres fantasías,
sueños queridos y fábulas con hadas,
pintoras amigas de magia y brillantina.
Soy tránsito abierto y refugiada manta
donde recobrar aliento y recoger ganancias,
madre y tristeza, alegría y calma,
estrella tranquila y despertar del alma. 
Profundos paisajes que no me engañan
suspiran a veces por hallar salidas.
Decenas de miras, fortalezas que andan,
encuentran su mundo en la poesía.




miércoles, 1 de febrero de 2012

Mientras tomo té






Suenan tintineos.
Las cucharillas habitan las tazas
y planean sobre las mesas, carcajadas.
El pan crece entre las paredes del horno
mientras expande su aroma a masa. 
Periódicos y revistas de letras cargadas
esperan a ser por lectores adquiridas
ávidos de saber y conocer
calamidades del mundo y alegrías. 
En el suelo, una servilleta de papel arrugada
junto a  mi mesa  en la que le vive una taza
pegada a un plato pequeño al que le falta,
de yema y rica naranja, una pasta. 

El expositor de las dulces tartas
adorna su cristal con estrellas de escarcha,
trozos de blanco hielo en las resistencias
y sabores congelados de colores y nata. 
La dependienta tras el mostrador
“cielo” y “cariño” al atender nos llama.
Desde la mesa la observo y ella,
desde su posición, me mira extrañada. 
Brotando de su boca, a golpes de guapa,
al cliente, con suave dulzura y mimo trata.
De miel para los oídos, silba su voz cargada.
Como golosos dulces ofrecidos, le sabe el alma.