martes, 21 de mayo de 2013

Preludio 165 de Albeniz









 
Después de muchos años temblando al tocar el piano en público, esa sensación no desaparece. En el último ensayo, mis manos continuaron mostrándose autónomas, increíblemente independientes del resto de mi cuerpo. Esquivas, conseguí tocar lo que buenamente pude.

Cuando regresé al coche para volver a casa, grité. Sí. Grité y lloré, harta de que la situación se reitere. Harta de que en diez años, sólo haya podido interpretar en público como deseo hacerlo en contadas ocasiones. Cansada de sentir que albergo un “alien” que perverso, se venga a hacer cargo y quitando mi libertad, la robé sin recibir un castigo.

Grité hasta agotarme, mientras la rabia me mojaba la piel, preguntándome una vez más que debía de hacer para quitarme ese miedo escénico.

El día de la audición oficial fue extraño pero absolutamente esclarecedor. Comencé a tocar con decisión y sin partitura, conocedora del trabajo realizado, pero aproximadamente interpretada la mitad de la pieza, por un instante pasó por mi cabeza un pensamiento. No podía estar saliendo tan bien, no podía.

Ese instante fue el comienzo del desastre, porque mis manos comenzaron a transformarse como los hombres lobo en noche de luna llena y se tornaron fuera de control.

Al terminar, según volvía al lugar donde estaba antes de dirigirme hacia el piano, mi mente se abrió y entendí que no era miedo escénico lo que creía serlo. Después de tantos años me doy cuenta de que me hago pequeña, de que no me concedo el derecho de interpretar cómo sé hacerlo. Que incluso no me doy el derecho a equivocarme. Que me he cuestionado el hecho de salirme bien, dejando a la niña pequeña que salga cuando no ha de hacerlo, dejándola vivir con las manos atadas a ese temblor.

Hoy, aquí, ahora, tomo las riendas y me concedo el derecho. Porque ese derecho me pertenece, es mío, intransferible y dueño de un interior que me llena.

Toda una vida que sentir, toda una vida que vivir, toda una vida con derecho a equivocarme y con unas manos libres de sogas absurdas. Dueñas del derecho que poseo y de la luz que les pertenece.
 
 
 
 
 
 

8 comentarios:

Trini Reina dijo...

A mí me sucede a veces. A veces se me pone a temblar las manos y el papel parece que se volará de entre mis dedos.
Afortunadamente solo a veces.

A mí hija le pasa en las audiciones de guitarra.

En fin, que suele pasarnos a todos, pero más que el miedo escénico, pienso que es la poca confianza que tenemos en nosotros mismos:(

Ánimo, que seguro que lo haces de maravilla.

Besos

José Manuel dijo...

Pienso que casi siempre el que escribe o interpreta, siente que no lo va hacer bien, pero llegado el momento la realidad es bien distinta.

Besos

Unknown dijo...

Yo te diría , con el aval que me conceden mis largos años de terapia, que lo que te da es un ATAQUE DE PANICO. Ignóralo, y toca como nunca, mejor que nunca y sentirás el corazón
convertido en un ataque pero de satisfacción, de alegría. ¡Andele amiga !! como dicen los mejicanos.
Un montonazo de besos de aliento. :)

Erik dijo...

He vivido eso con mi hija mas de una vez.

Pero incluso su maestro y ese si es un pianista excepcional y buen amigo me decía que a el aun le ocurre a veces antes de empezar pero si te dedicas a esto. Ya sabes....


Beso

BEATRIZ dijo...

Bueno pues vine porque el título de tu blog atrajo mi atención "ojo de fuego" va, es tremendo.

A mi me sucede todo el tiempo a la hora de escribir, no sé si es miedo, pero me he ido dando cuenta que es una especie de inhibición que se ha ido apoderando de mí mientras crezco en años, extraño la vitalidad y fuerza de mis 20s.

Este acto de auto liberación es admirable.

Saludos y un placer.

Ojo de fuego dijo...

Trini: Seguro que es esa inseguridad la que me traiciona... pero siempre espero que la próxima sea superada.

Esos nervios que pueden...

Lo de las audiciones es terrible.

Besitos
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José Manuel: Seguramente es lo que siento por dentro aunque te aseguro que no saldría si no supiera hacerlo bien... Muy bien...

Besitos
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María del Carmen: Ojalá pudiera ignorarlo como dices!!! Cuando las manos tiemplan así y tuviese que usar la voz, no me importaría... El problema es que me tiembla lo que tengo que usar. Ese es el maldito problema...

Besos
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Erik: Pues mucho ánimo para tu hija... Es que mira que difícil controlarlo. A una compañera le tiembla hasta la cabeza pero se sobrepone y consigue que le suene bien. Lo mío es terrible.

Besos
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Beatriz: Bueno... Podría inventarme que si el título esto o lo otro... La verdad es que surgió de una colección de libros que leía cuando era una niña... Una parte del título de otro libro. Tan sencillo como eso.

Pues con lo que he leído respecto a lo que escribes, me resulta muy difícil pensar que tengas miedo... Tus poemas son espectaculares. Me han gustado mucho...

Besos y muchas gracias por tu visita.

Juan Pardo dijo...

El desasosiego , el miedo , el vértigo a sentirnos presos en los ojos escrutadores de los demás,el cuestionar nuestra propia verdad,nos hace temblar...Un texto que me hace cuestionar muchos de mis miedos.Un cálido abrazo.

Ojo de fuego dijo...

Juan Pardo: Creo que el cuestionar nuestra propia verdad es un camino que muy pocas personas afrontan, muy pocas, quizá menos de las que nos imaginamos.

Por gracia o desgracia, yo tuve que hacerlo para encontrar mis defectos y mis virtudes, fuera de lo que me dijeran otras personas, porque a veces la vida te pone en situaciones muy difíciles de superar.

Lo que pasa es que tocando el piano se me va la pinza y me hago pequeña. Espero que con esta reflexión haya conseguido algo importante. Espero que sí.

Besos