
Cuando te miro te siento mío en la mirada.
Como cuando siento el calor sobre la piel
o la tibieza aterciopelada de las sábanas.
Cuando te miro escudriño tus arrugas,
a las que también siento mías,
como las que empieza a tener una.
Cuando te miro, en delirio de ternura
me escondo en mis adentros
evitando que adivines lo que siento.
Aunque lo sabes.
En cada tacto y cada mirada,
se que no puedo esconderlo.
Sobre todo cuando me das esos abrazos
que se dan los cubiertos encerrados en el cajón.
Esos días en los que llego y te digo que estoy cansada,
me das la cena y me mandas a la cama.
Casi dormida, vienes y quitándome el libro de las manos,
me das las buenas noches y apagas la luz.
Y yo me duermo.
Como cuando siento el calor sobre la piel
o la tibieza aterciopelada de las sábanas.
Cuando te miro escudriño tus arrugas,
a las que también siento mías,
como las que empieza a tener una.
Cuando te miro, en delirio de ternura
me escondo en mis adentros
evitando que adivines lo que siento.
Aunque lo sabes.
En cada tacto y cada mirada,
se que no puedo esconderlo.
Sobre todo cuando me das esos abrazos
que se dan los cubiertos encerrados en el cajón.
Esos días en los que llego y te digo que estoy cansada,
me das la cena y me mandas a la cama.
Casi dormida, vienes y quitándome el libro de las manos,
me das las buenas noches y apagas la luz.
Y yo me duermo.