jueves, 9 de octubre de 2008

Sin exigencia




"Peio Etxekar"




Necesito comprar un poco de verdura. Hace buen tiempo y decido coger la bicicleta. Mientras pedaleo disfruto de las hojas de los árboles balanceándose con el viento, de los jardines llenos de flores. Paso de largo, dejo la tienda olvidada pensando en visitar el mar. Recorro el camino junto a la playa. Asomando frente a mis ojos, dos o tres mástiles juegan con la marea.

Abandono la bicicleta junto al muro, en el rompeolas y centró la mirada en un horizonte que me atrapa, que puedo tocar con la punta de mis dedos. Las olas lamen las atrevidas rocas que se ofrecen, galantes, para ser acariciadas por la salobre agua. Y mi piel se cubre de infinidad de gotitas. Como si me hubiera inyectado en vena con sólo sentir el mar.

Chupeteo mi mano y la siento libre, como esa agua que rompe sobre la roca, como el sonido que se escurre entre los recovecos de su destino. Es libre y con el tiempo se cubrirá de experiencia y de vivencias, de las que yo elija, de las que me ofrezcan el mundo y tú que me lees.

He de volver y retorno por el mismo camino. Compro la verdura que necesitaba y me dirijo a casa. Pero algo pasa. El paso es estrecho y viene alguien de frente. Decido subir a la acera mientras sopeso cómo he de hacerlo. Cruza la rueda porque sino patinará contra el bordillo. Pero no lo hago y sucede lo que pensaba que podía suceder. Me doy el morrazo padre, mi rodilla termina golpeada contra las baldosas de la acera. La cesta en la que iba depositada la verdura termina hecha un churro y los tomates salen corriendo. La persona a la que le cedía el paso, ni se para, aunque verdaderamente mi preocupación es recoger también los puerros y la lechuga. El pan se ha partido, un trabajo que me ahorro cuando llegue a casa.

Después de curar mi rodilla pienso en mi visita al mar. La sensación me asoma humedad sin exigencia. Sin exigencia a la que se exige demasiado, porque mientras menos exijo a los demás, más me exijo yo.


Y de verdad, en ocasiones me pregunto si merece la pena exigirme tanto.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es mejor no exigir mucho a los demás, pero siempre he pensado que no es tan malo exigirnos a nosotros mismos. De hecho, somos nosotros de quienes podemos esperar más, porque nos conocemos. Vaya rostro, el del tipo ese. Te me cuidas mucho. Mua.

Anónimo dijo...

Ante todo, desear que mejore tu rodilla.
Luego, pedirte que no te exijas tanto y disfrutes a tope de esos paseos en bicicleta (sin caerte)y de esas visitas al mar.

Besos muchos, y hoy más. Felicidades

Ojo de fuego dijo...

isabel: Lo de no exigir a los demás cada día lo tengo más claro y exigirme lo tengo muy claro también. Lo que no tengo claro es lo de exigirme respecto de los demás, cuando me están buscando las vueltas, encima cuando me están buscando las vueltas...
Besitos
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trini: Vaya que si disfruto, pero la próxima vez no me aparto.

Gracias por la felicitación. No es un día que celebre pero siempre gusta que te feliciten.
Muchos besitos